CALMA TU ANSIEDAD ACTIVANDO EL NERVIO VAGO: 4 TÉCNICAS SENCILLAS SIMPLES Y EFECTIVAS

¿Te has preguntado por qué, cuando te pones nervioso, notas cambios en la respiración, el ritmo cardíaco o incluso en el estómago?

Todo tiene que ver con el nervio vago, un puente entre el cerebro y varios órganos clave, que juega un papel importante en cómo nuestro cuerpo responde al estrés. Gracias a recientes estudios en neurociencia, sabemos que activar y entrenar el nervio vago es una herramienta poderosa para reducir la ansiedad.

Te explicamos cómo funciona y cómo puedes estimularlo:

¿Qué es el nervio vago y qué tiene que ver con la ansiedad?

El nervio vago es el nervio más largo del cuerpo y conecta el cerebro con órganos como el corazón, los pulmones y el intestino. Está directamente relacionado con el sistema parasimpático, encargado de nuestras funciones de "descanso y digestión," la contraparte del sistema de alerta que nos activa en situaciones de estrés. Cuando estamos calmados, nuestro cuerpo puede descansar y recuperarse, pero en momentos de ansiedad, el sistema de "alerta" toma el control, haciéndonos sentir tensos e incómodos.

Activar el nervio vago ayuda a que el sistema de calma vuelva a asumir el control, aliviando así la ansiedad. Te mostramos algunas técnicas sencillas que puedes usar en casa, en el trabajo o donde sea que te encuentres:

1. Masajea tus orejas

¿Sabías que puedes calmarte masajeando la zona de tus orejas? Esta técnica es ideal para momentos de ansiedad y puedes hacerlo de manera discreta en cualquier lugar.

¿Cómo hacerlo?

1. Con tus dedos, masajea suavemente detrás de las orejas, siguiendo el borde del hueso, durante unos segundos.
2. Luego, masajea ligeramente los lados del cuello, que también están conectados al nervio vago.
3. Hazlo durante 2 o 3 minutos.

Este masaje envía señales de relajación al cerebro, activando el sistema parasimpático y dándote una sensación de alivio rápida y natural.

2. Gárgaras con agua fría

Hacer gárgaras con agua fría es una manera efectiva y curiosa de activar el nervio vago. Al hacerlo, los músculos de la garganta se activan, enviando señales de calma al cerebro.

¿Cómo hacerlo?

1. Toma un sorbo de agua y haz gárgaras durante unos 30 segundos.
2. Intenta hacerlo una o dos veces al día, especialmente cuando te sientas estresado o ansioso.

Incorporar esta técnica en tu rutina diaria es sencillo. Puedes probarlo mientras te lavas los dientes o cuando necesites un momento de calma en el día.

3. Cantar o tararear

Cantar, tararear o emitir algún sonido prolongado también puede ayudarte a relajarte. Las vibraciones en la garganta producen un efecto calmante en el sistema nervioso.

¿Cómo hacerlo?

1. Siéntate cómodamente.
2. Inhala profundamente y, al exhalar, emite un sonido largo como "Om" o simplemente tararea la melodía de tu canción favorita. 
3. Repite de 5 a 10 veces, sintiendo la vibración en el pecho y la garganta.
4.  Otra forma sería cantar tus canciones favoritas.

4. Exposición al frío: un "shock" positivo para calmar la mente

La exposición al frío es una técnica popular para estimular el nervio vago. El frío activa el sistema parasimpático, ayudando a reducir el ritmo cardíaco y promoviendo un estado de calma gracias al "reflejo de inmersión," que activa el nervio vago.

¿Cómo practicar la exposición al frío?

• Sumergir la cara en agua fría: Llena un recipiente con agua fría (mejor aún con cubitos de hielo) y sumerge tu cara durante unos segundos.
• Ducha fría: Termina tu ducha con unos 30 segundos de agua fría, dejando que el agua recorra tu rostro, pecho y cuello.
• Compresas frías: Si prefieres un método más suave, aplica una toalla húmeda y fría sobre la cara o el cuello.

Este "shock" controlado puede resultar revitalizante y ayuda a que el cuerpo alcance un estado de calma, siendo una forma accesible y efectiva de reducir la ansiedad.

El nervio vago es como un "botón de calma" en nuestro sistema nervioso, y con estas prácticas sencillas y accesibles, puedes activarlo para reducir la ansiedad.

A veces, el poder de lo simple vence a lo complejo. No subestimes los pequeños actos porque pueden ser el camino directo a la paz.