Había una vez un león, el rey indiscutible de la Selva, que se encontraba inquieto. Un grupo de animales de una región cercana les había declarado la guerra. Pero el león, un líder excepcional entre todos los habitantes de la selva, no se desanimó y convocó una reunión con todos sus súbditos.
– ¡Amigos! Un rey vecino nos ha declarado la guerra. No se preocupen, porque juntos formaremos el ejército más formidable.
El león buscó la ayuda de su consejero, el mono. Juntos comenzaron a organizar a los animales, asignándoles misiones de acuerdo a sus habilidades únicas.
– Elefante, acércate - dijo el león -, Tu fortaleza será fundamental para transportar las municiones, como piedras y troncos.
– ¡Por supuesto! ¡Llevaré todo lo que necesitemos! - respondió el elefante.
– Serpiente, serás nuestra espía, ya que puedes desplazarte sigilosamente. Nos informarás sobre la estrategia del enemigo.
– ¡Me entusiasma esa misión! - dijo la serpiente.
– Zorros, necesitamos su astucia para proponer estrategias y tácticas de asalto.
– ¡Nos pondremos a trabajar en ello de inmediato! - contestaron los zorros.
– Osos, con su fuerza y agilidad, podrán trepar muros cuando sea necesario.
– ¡Cuenten con nosotros! - aseguraron los osos.
Y así, cada animal recibió una tarea importante. Sin embargo, surgió un problema cuando el consejero del león, el mono, le planteó una preocupación:
– Majestad, enfrentamos un dilema...
– ¿Cuál es el problema? - preguntó el león.
– Tenemos dos animales que parecen no aportar mucho… podríamos encontrar una excusa para dejarlos fuera.
– ¿Quiénes son esos animales? - preguntó el león con interés.
– El burro y el conejo - respondió el mono - El burro parece un tanto torpe, y el conejo es pequeño y frágil.
– Estás equivocado - dijo el león con determinación -. Escucha bien: todos los animales tienen un papel importante que desempeñar. El burro y el conejo también tienen su valía. Llamó a los dos animales.
– Burro, tu voz potente te hace ideal para convocar a los demás cuando lo necesitemos.
– ¡Estoy listo para ello! - exclamó el burro emocionado.
– Conejo, tu rapidez es esencial para llevar mensajes a toda velocidad. Serás nuestro mensajero, un papel crucial en esta batalla.
Los dos animales sonrieron agradecidos, y el mono asintió con la cabeza, habiendo aprendido una lección importante del león, un verdadero líder en la selva. Ahora todos estaban convencidos de que, juntos, vencerían en la guerra.
Moraleja: A menudo, lo que consideramos un defecto puede ser una virtud valiosa. Solo un líder sabio puede reconocerlo.
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