En el frondoso bosque, un grupo de animales decidió emprender la emocionante empresa de abrir una escuela. Animados por el deseo de aprender y enseñar, se reunieron para diseñar el currículo.
El pájaro, ansioso por compartir su habilidad en el aire, propuso un curso de vuelo. El pez insistió en que la natación también fuera parte del programa. La ardilla abogó por la enseñanza de la escalada perpendicular en los árboles, mientras que el conejo no podía dejar de incluir la carrera en la lista de disciplinas.
Emocionados, todos los animales contribuyeron con sus sugerencias, sin percatarse del error inminente. Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían un gran error. Todas las sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales practicasen todas las disciplinas.
Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de estudios. Al principio, el conejo salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad como él. Sin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara. El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas. No aprendió a volar y, además, no pudo seguir corriendo como antes.
Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un topo, pero claro, no lo consiguió. Por el inmenso esfuerzo que tuvo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus alas, quedando muchos días sin poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo.
La misma situación fue vivida por un pez, una ardilla y un perro que no pudieron volar, saliendo todos heridos.
Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas. ¿Y sabéis por qué?..
Porque los animales llegaron a la conclusión de que todos somos diferentes. Cada uno tiene sus virtudes, habilidades, y también sus debilidades.
La lección aprendida fue profunda: la diversidad es un tesoro. Cada animal posee capacidades y habilidades únicas. Un gato nunca imitará el ladrido de un perro ni nadará como un pez.
La conclusión fue clara: forzar a otros a adoptar nuestras habilidades sólo conduce al sufrimiento y la frustración.
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Alain 1868-1951. Nacido Émile Chartier. Filósofo y ensayista francés.