Había una vez, en un lugar y en un tiempo que podría ser cualquiera, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en el jardín, excepto un árbol que estaba profundamente triste. El pobre tenía un problema: no sabía quién era.
El manzano le decía: "lo que te falta es concentrarte, si realmente lo intentas podrás tener sabrosas manzanas, es muy fácil".
El rosal le decía: "No le escuches. Es más sencillo tener rosas y son más bonitas".
El pobre árbol, desesperado intentaba todo lo que le sugerían pero como no lograba ser como los demás se sentía cada vez más desolado.
Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y le dijo: "No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra, no dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo, conócete y para lograrlo escucha tu voz interior".
¿Mi voz interior? ¿Ser yo mismo? ¿Conocerme? Se preguntaba el árbol desesperado…. Entonces de pronto comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón.
Por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:
Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal.
Eres un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje. Tienes una misión, cúmplela.
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a SER, SIMPLEMENTE SER. ¡FIN!
El corazón es el que conoce tu verdadera esencia, puede ver el ser completo y perfecto que YA ERES. Escucha y sigue a tu corazón porque es el que puede mostrarte todas las respuestas de quién eres realmente.
"La felicidad que se vive deriva del amor que se da."
Isabel Allende 1942-?. Escritora chilena.